¿Qué es la psicolingüística?
Por Patricia Fernández Martín el 18 julio, 2016 @pat_llinguistin
A Silvia Fernández Pérez
Más allá de la psicología y de la lingüística…
Tal vez los usuarios normales de la lengua (entendiendo por “normales” aquellos que no se dedican a ella profesionalmente) piensen que la lingüística, es decir, aquella disciplina que la estudia en tanto realización de la capacidad innata del lenguaje, solo tiene las tres partes en que se la suele dividir, dejando de lado la literatura: gramática, vocabulario y lectoescritura.
Pero nada está más lejos de la realidad. A la morfología y la sintaxis se les puede añadir, efectivamente, el léxico o vocabulario y la fonética y fonología… Pero también otras muchas subdisciplinas como la gramática del texto, la lingüística computacional, la lingüística histórica, la pragmática, la semántica, la sociolingüística o la psicolingüística. En el presente artículo vamos a ocuparnos brevemente de esta última.
La psicolingüística podría definirse como la ciencia que se encarga de estudiar la manera en que comprendemos, producimos, adquirimos y perdemos el lenguaje. Se trata de una disciplina que se encuentra entre la psicología y la lingüística, pero supera a ambas puesto que no se limita a la suma de sus partes.
Así, una de las principales preocupaciones de los psicolingüistas se encuentra en la manera en que el cerebro humano comprende los mensajes de sus semejantes, sean orales, sean escritos (aunque evidentemente la manera de percibirlos será diferente: de forma auditiva en el primer caso, de forma visual en el segundo).
Sabiendo que no es del todo cierto, asumamos ahora que nuestro cerebro se comporta formalmente como un ordenador. ¿Tenemos en nuestra mente una serie de cajas que funcionan como módulos independientes, por los que va circulando el léxico de entrada, que al llegar al centro pasa a convertirse en una respuesta en forma de léxico de salida, como proponen los modelos de tipo modular-autónomo? ¿O, por el contrario, funciona todo de manera paralela, de forma que nuestro cerebro está configurado por nodos que facilitan las conexiones bidireccionales, como defienden los modelos interactivo-conexionistas? Aún cabe una tercera posibilidad: que comience el proceso de forma autónoma, mediante la activación de un conjunto limitado de elementos léxicos (es decir, de aquellas palabras que forman parte del lexicón mental) y que, posteriormente, se interconecte con el resto de elementos léxicos posibles para darle sentido.
Y a la hora de producir un mensaje, sea oral o escrito, ¿operamos de forma secuencial, pensando primero lo que queremos decir o escribir, después construyendo la estructura sintáctica adecuada, seleccionando las palabras deseadas y, finalmente, llevando a cabo su encaje en la pronunciación o la ortografía correspondiente, como defienden los ya mencionados modelos modulares-autónomos? ¿O, por el contrario, funcionan todos estos procesos de manera simultánea, como sugieren los modelos interactivos-conexionistas? Como el lector habrá podido adivinar, cabe también una tercera opción, esto es, la mezcla de ambos modelos: los modelos en cascada-mixtos proponen que el procesamiento se hace en paralelo (es decir, se construye todo el mensaje a la vez, desde lo fonético-fonológico, hasta lo semántico, pasando por sintáctico y morfológico), pero en una sola dirección, en concreto, desde los procesos superiores (atención, memoria, razonamiento, aprendizaje, emoción y percepción) hacia los inferiores.
La manera de investigar el proceso de producción lingüística que emplean los expertos psicolingüistas puede darse, entre otras, mediante el análisis de los lapsuslinguae, que no tienen por qué ser, en absoluto, patológicos, sino formar parte del habla espontánea natural:
A y veintisiete salía el perro de la estación (en vez de tren: al decirlo, el hablante estaba viendo un perro a su lado)
Hay un buen trocho ({trozo + trecho} como dos posibilidades distintas de decir lo mismo)
No podía meter el coche en el pie (por No podía meter el pie en el coche)
(Ejemplos tomados de Anula Rebollo [2002, pág. 81])
Aunque puede haber psicolingüistas interesados en el origen y la evolución del lenguaje desde una perspectiva filogenética (es decir, a lo largo de la historia de la especie humana), lo cierto es que el tercer pilar de interés para ellos es el proceso de adquisición del lenguaje desde una perspectiva ontogenética, esto es, cómo un bebé es capaz de acabar hablando la lengua a la que se le ha sometido desde antes, incluso, del nacimiento, sin efectuar ningún tipo de esfuerzo.
Para explicar esto cabe acudir a dos teorías que son, como suele ocurrir en lingüística, complementarias: la gramática universal y la perspectiva pragmática-comunicativa. Por un lado, la gramática universal, postulada por Noam Chomsky en los años 60 del siglo pasado, defiende que todos los seres humanos tenemos una especie de dispositivo innato, es decir, biológicamente programado, que contiene las propiedades básicas del lenguaje. Al entrar en contacto con una lengua concreta, como puede ser el castellano, va tomando la forma de una gramática particular (es decir, la de la lengua en cuestión, en nuestro caso, el español).
Este entrar en contacto implica una serie de procesos cognitivos, interrelacionados con el lenguaje, que difícilmente pueden entenderse sin el concepto de intención comunicativa: el niño, desde siempre, trata de hacerse entender, en las distintas etapas de su adquisición, mediante llantos, balbuceos, gestos, protopalabras (ta poresta), palabras (guagua por perro), holofrases (eta significa ‘dame una galleta’) y lenguaje telegráfico (no pan puede significar ‘no quiero pan’, ‘no queda pan’, ‘no hay pan’… dependiendo del contexto), hasta alcanzar la adquisición plena a los diez años aproximadamente. Durante todo ese tiempo, el pequeño gramático no ha dejado de construir formas inexistentes en su lengua (aunque existentes en su lexicón mental, como *rompido por roto, formado analógicamente como los participios de los verbos de la segunda conjugación), o cuando menos, formas que nunca ha oído antes, lo que demuestra la enorme capacidad creadora del lenguaje humano:
Marta: ¿Por qué tienes los ojos viejos?
Prof.: ¿Qué son los ojos viejos?
Marta: Así, ¿ves? (Los entorna y arruga la frente.)
Prof.: Porque me da el sol en la cara.
(Ejemplo tomado de Anula Rebollo [2002, pág. 42]).
Finalmente, la psicolingüística también se ocupa de los trastornos del lenguaje. Estos pueden tener lugar durante el proceso de adquisición, cuando el niño es aún pequeño, tomando forma de dislalia (articular los fonemas de una manera distinta a como en teoría se perciben, por ejemplo, decir Falel en vez de Rafael) o disfasia (como una afasia menor) o, ya en el terreno de la lectoescritura, dislexia (leer puretaen lugar de puerta, por ejemplo). Como trastorno del habla cabe destacar la disfemia (o tatamudez), muchas veces relacionada con situaciones de estrés sufridas por el niño.
Pero también puede haber trastornos del lenguaje en los adultos, una vez el cerebro ha sido dañado por una enfermedad, una infección o un traumatismo de diverso tipo, en cuyo caso pasan a denominarse afasias. En función de la zona que haya sido afectada, puede ser una afasia de Broca, de Wernicke, de conducción, anómica, global, etc. Entre la afasia adulta y la infantil hay un par de diferencias esenciales. Por un lado, en el caso de los niños, el lenguaje aún no se ha adquirido por completo, por lo que los daños que pueden provocar la afasia serán siempre más limitados que en el caso adulto, donde la lateralización cerebral es prácticamente completa (por no mencionar que, en la afasia infantil, primero hay que distinguir realmente entre los aspectos del lenguaje que se han dañado y los aspectos lingüísticos aún no adquiridos).
Por otro lado, la recuperación infantil es más rápida y completa que la adulta, a excepción de algunos trastornos como el agramatismo (ausencia o uso inadecuado de palabras cerradas como artículos, preposiciones, conjunciones y pronombres), la anomia (dificultad para encontrar palabras de clase abierta como nombres, verbos, adverbios o adjetivos) o las dificultades en la comprensión sintáctica (por ejemplo, no entender una estructura en voz pasiva), que pueden durar muchos años.
En este último interés de la psicolingüística, el de los trastornos del lenguaje, encuentra su rama más cercana a la medicina, de la mano de la logopedia y de la lingüística clínica, puesto que la esencia de la subdisciplina lingüística toma su razón de ser en la rehabilitación del trastorno, para conseguir, en última instancia, la reincorporación del hablante a la sociedad en tanto ser comunicativo.
Dicho en otras palabras, la psicolingüística es tremendamente útil para la enseñanza de lenguas por su interés en la producción y la comprensión del lenguaje. Resulta especialmente evocadora en su minucioso análisis de la adquisición del lenguaje infantil o en el estudio del origen y la evolución del lenguaje en el homo sapiens (u otros homos). Pero, sobre todo, tiene una incalculable proyección profesional, junto con ciertas ramas de la medicina, en la ayuda constante a aquellos individuos que han perdido su capacidad para comunicarse. Que han perdido el lenguaje. Porque, como bien sabemos, este es la clave de la esencia del ser humano: sin él no podemos comunicarnos y, por tanto, estamos abocados a la más triste de las soledades.
Portada: Mente | Cibele Nogueira
Para saber más…
- Anula Rebollo, A. (2002): El abecé de la psicolingüística, Madrid: Arco/Libros.
- Garayzábal Heinze, E. y Codesido García, A. I. (2015): Fundamentos de psicolingüística, Madrid: Síntesis.
- González Lázaro, P. y González Ortuño, B. (2012): Afasia. De la teoría a la práctica, México: Panamericana.
- Obler, L. K. y Gjerlow, K. (2001): El lenguaje y el cerebro, Madrid: Cambridge University Press.
¿TE HA SERVIDO ESTE ARTÍCULO? ASÍ PUEDES CITARLO:
FERNÁNDEZ MARTÍN, PATRICIA: «¿Qué es la psicolingüística?». Publicado el 18 de julio de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.35 – URL: http://revistamito.com/que-es-la-psicolinguistica/
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario